Llego a Amsterdam con un grabador bajo el brazo pero decido no grabar los sonidos aleatoriamente sino escuchar lo que me rodea, aquellos sonidos que me hacen sentir que estoy en una ciudad distinta de la que resido.
No quiero entreternerme a explicar como es el paisaje sonoro de cada barrio sino comentar la impresión más fuerte que la ciudad me provocó.
La ciudad es un caos, mucha gente andando en multitud por la calle, las bicis circulando como reinas de la ciudad cruzándose entre tranvías que no frenan a su paso. Aún así todo tiene un orden interno con el que la ciudad vive día a día, pero lo que sorprende es que es un caos no estresante. El hecho de que la gente se mueva en bici o tranvía crea un ambiente sonoro totalmente distinto y a mi parecer muy agradable.
Las calles se inundan de timbres de bici, timbres de tranvía y gente hablando en vez del ruido del tráfico colapsado al que estamos acostumbrados de Barcelona.
Aquí os dejamos un pequeño souvenir sonoro.
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